sábado, 19 de marzo de 2011

Juan Maglio Pacho

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Quejas de bandoneón - Instrumental
Orillas del plata - Instrumental
Ventanita de arrabal - Instrumental
Viejo esmoking - Instrumental
Viento en popa - Instrumental
Milonguero viejo - Carlos Vivan
Armendonville - Instrumental
Mi barrio querido - Carlos Vivan
La sonámbula - Instrumental
Tango argentino - Instrumental
Unión Cívica - Instrumental
De mi te has de recordar - Instrumental
Leguisamo solo - Instrumental
El tío soltero - Instrumental
Che papusa oí - Instrumental
Sonia - Instrumental
El ciruja - Instrumental
El zonda - Carlos Vivan
En un rincón del café - Carlos Vivan
América Cirque Exelsion 1912
A mi madre - Instrumental
La gaucha manuela - Instrumental

5 comentarios:

  1. Año 1915. A metros de la estación Palermo, en Av. Santa Fe y Juan B. Justo, estaba el afamado café La Paloma. Rodeado por el arroyo Maldonado, en cuyas orillas convivían las ratas junto a viviendas precarias, casi ranchos; un cuartel de caballería; prostíbulos permitos en esa época; bodegones; cafetines; fondas y almacenes de camapaña, además del ancho camino que unía el centro con Belgrano. Dentro de este panorama, se destacaba este reducto tanguero que por Juan B. Justo, el dueño, un tal Domínguez, había hecho colocar un bebedero para caballos sedientos.
    El Maldonado, que recién fue entubado en 1930, lo separaba un alambrado junto a un camino de ladrillos con el fin de que nadie se cayera a sus aguas.
    Ya dentro del local, cubierto por una larga chapa de estaño, estaba el mostrador deseoso de recibir a los bebedores, mientras debajo, barras de hielo enfriaban el brebaje. Por supuesto que el grifo tenía cuello de cisne y las mesas, de madera, rodeaban un escenario que albergaba a alguna orquesta en su actuación.
    Una puerta encubría, en su interior y hacia los fondos, un cuarto que una vez por semana utilizaba un peluquero dedicado a su oficio. También servía como vía de escape para los malandras que no querían ser identificados por las constantes visitas policiales al local.
    Su clientela estaba compuesta por milongueros, compadritos y mujeres fáciles. Se armaban peleas donde no faltaba el cuchillo ni el revólver. En cuanto a su nombre, se cree que se tomó del famoso conventillo de La Paloma, un inquilinato de Villa Crespo, que Alberto Vaccarezza inmortalizó en un sainete de su autoría.
    Aquí tocó Pacho y su cuarteto, con José Pepino Bonano en violín corneta, Luciano Ríos en guitarra y Carlos Hernani Machi en flauta. A éste, Firpo le dedicó su famoso tango. También se lo dedicaron al café, propiamente dicho, tangos La Paloma, de José Guardo; Café La Paloma, de Francisco Laino y Saponaro.
    Hoy, una pinturería sepultó los fantasmas de un pedazo de tango en el Buenos Aires de ayer.

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  2. El Armendonville, que por sus clientes era llamado "El Armenón", quedaba en Alvear y Tagle. Se dice que fue el primer cabaret de la Argentina, sucesor del Pabellón de las Rosas. Estaba rodeado de jardines, con filas de mesas y sillas que engalanaban un chalet tipo europeo y la pista de baile se ubicaba en la planta baja.
    Al principio funcionaba en verano. Allí, una noche, Roberto Firpo estrenó tres tangos: Sentimiento criollo, La marejada y De pura cepa. Aquí cantaron Gardel-Razzano, que en su debut cobraron $70 la noche, toda una fortuna. El dúo interpretó El pangaré, La pastora y El moro. Aquí trabajó Arolas y se lo despidió a Jorge Newbery antes de su viaje a la eternidad. Concurrían mujeres muy bellas que terminaban la noche en una garzoniere.

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  3. El Pasatiempo, café de Paraná 425, se llamaba así por un teatro que había en las cercanías, con el mismo nombre. A Juan Maglio Pacho se le ocurrió alquilarlo pero pronto se fundió, porque no cobraba consumición debido a que sus clientes eran unos "secos". Allí sabían parar la barra de los franceses y en él trabajó Alfredo Bevilacqua. A partir de 1920 pasó a llamarse Ambos Mundos y sabía aparecer Arturo Jauretche, que recordaba la clientela compuesta por compadritos y malandrinos. Con la desaparición de Ambos Mundos, aparece El Chantecler.

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  4. "Oglima" era el seudónimo de Juan Maglio Pacho, que salió de su nombre al revés.

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  5. Aunque se reconozca a Julio de Caro como el exponente del violín corneta, ya antes, Pepino Bonano lo había utilizado con la orquesta de Juan Maglio, Pacho.

    Era tanta la repercusión de los discos de Pacho, que el sello Columbia, para el cual grababa, comenzó a comercializar sus discos con el rostro y la firma del músico.

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