Carlos Gardel - 1934

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Criollita decía que si
Caminito soleado
Cuesta abajo
Mi Buenos Aires querido
Amores de estudiante
Golondrinas
Soledad
Rubias de New York
Amargura
Apure delantero buey
Escena de Cuesta abajo (Brindis)
Escena de Cuesta abajo (En el barco)
Cuesta abajo (con palabras de Gardel)
Mi Buenos Aires querido (Con palabras de Gardel)
Amores de estudiante
Rubias de New York
Soledad (Con palabras de Gardel)

Nuestro agradecimiento a SERGIO BRAVO URIBE, de Colombia y OSCAR RODAS, de Australia.

Tras el accidente de Medellín, el cadáver de Gardel fue llevado a la morgue donde se notó que las partes débiles de la cara, naríz, ojos, ojeras, pómulos y cuero cabelludo, al igual que las extremidades de los dedos, estaban consumidos por el fuego. A los médicos le llamó la atención la blancura de los dientes, detalle para identificarlo. Sus documentos estaban semidestruidos y alrededor brillaban las monedas de oro y plata que adornaban su cinturón. Por la posición en que encontraron los cuerpos, se supone que éstos corrieron de adelante hacia atrás, buscando en su desesperación una salida de emergencia. Sólo tres cadáveres no fueron identificados y se suponen que eran los de Barbieri, Riverol y Le Pera. Contraídos los músculos, flexores de los muertos, como ademán de súplica, por el achicharramiento del fuego, fue necesario cortar los ligamentos musculares para introducirlos dentro de las cajas mortuarias. El cuerpo del piloto, Ernesto Samper Mendoza, tenía la cabeza despedazada y la masa encefálica carbonizada, pero fuertemente amarrado a la palanca del avión y su cadáver fue llevado a Bogotá. Los restos de Gardel fueron reclamados por Uruguay, Argentina y Estados Unidos, donde querían embalsamarlo. Los orientales, haciendo valer su derecho de hijo pródigo, Gardel tenía cédula de ese país, lo querían para sí, mientras todo Argentina quería el retorno del zorzal. Bertha Gardes, su madre, fue quien en definitiva decidió, después de recibir la visita de los representantes de los tres países. Sus restos terminaron descansando en el cementerio de La Chacarita, en Buenos Aires.