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Tangueando te quiero - Mario Pomar
Cuando el amor muere - Carlos Acuña
Mi refugio
El paladín
Al compás del corazón - Alberto Podestá
Sombras del puerto - Alberto Podestá
Junto a tu corazón - Alberto Podestá
Me llamo Julián Centeya - Alberto Podestá
Rosas de otoño - Alberto Podestá
Tierra negra
Nada - Alberto Podestá
Llueve otra vez - Alberto Podestá
Vamos - Alberto Podestá
La capilla blanca - Alberto Podestá
Royal Pigall
Ojos negros
Cuatro vidas - Oscar Serpa
Porque le llaman amor - Oscar Serpa
Tormenta - Mario Pomar
El once
Tus palabras y la noche - Oscar Serpa
Noche de locura - Oscar Serpa
Mi madre tierra - Oscar Serpa
Si nos queremos todavía - Edmundo Rivero
Bien criolla y bien porteña - Mercedes Simone - INEDITO
Por las superticiones creadas alrededor de él, cierta vez, caminando con Alberto Podestá, Di Sarli, le dijo:
ResponderEliminar-¿Ves? A aquel le grabé un tango y cuando me ve venir, se cruza de vereda. Pero el tango era muy bueno.
Para evitar decir su nombre, los superticiosos se referían a él como "El tuerto", "El totuer", "El ñorse" y "Di Pérez". Nada más injusto.
"En el Royal Pigall, la presencia de hermosas franchutas consteladas de alhajas, con sus presencias de reinas del cabaret, acomplejaban un tanto a las modestas milonguitas criollas".
ResponderEliminarEnrique Cadícamo
"Existe un gremio que siempre pidió para los demás y nunca para sí mismo; ese gremio es el de los periodistas. Muy justo entonces que yo los recuerde con cariño y dedique a todos los periodistas de la Argentina mi tango, La capilla blanca".
ResponderEliminarCarlos Di Sarli