Juan Félix Maglio nació en Palermo, el 18 de noviembre de 1880, y junto a su familia recaló de pequeño en el barrio de Boedo, donde su padre tocaba el bandoneón, enamorándose él del instrumento que sabía empuñar a escondidas de su progenitor.
Fue de esa época en que nace el sobrenombre que lo identificó más que su apellido, Pacho, que viene de la palabra "pazzo", significado de loco en italiano, porque así lo llamaba el padre que tenía ese origen.
En 1898 comienza a estudiar en serio el bandoneón, siendo su maestro Domingo Santa Cruz, el autor de Unión Cívica, bastándole un año para su debut en el café El Vasco, de Barracas, conformando un trío con violín y guitarra.
Ya en 1903 forma un cuarteto, y siete años después llega al afamado café La Paloma, ubicado en la hoy Santa Fe y Juan B. Justo, pasando luego por el café Garibotto, al Ambos Mundos, La Morocha, hasta retornar en 1912 a La Paloma, con un éxito resonante que lo llevó a grabar para el sello Columbia bajo el título Orquesta Típica Criolla Juan Maglio Pacho, auque fueran solo cuatro músicos.
La fama lo envolvió. El país hablaba de Pacho convirtiéndose en el número uno en ventas y popularidad. En 1920 organiza una nueva orquesta y para 1929 le da trabajo a quien llegaría a ser el bandoneón mayor de Buenos Aires, Aníbal Troilo, que por entonces tenía quince años.
Pero ya no era la misma época ni las mismas orquestas. Su fama comenzó a declinar aunque siguió su lucha en pro del tango que siempre sintió muy suyo, con formaciones al estilo antigüo, armando sextetos y componiendo música.
Se lo vio en 1934 por radio Belgrano, en sus últimas actuaciones en público, donde contaba con el aporte de un grande del violín, Emilio Vardaro.
Como autor, Pacho puso su inspiración para El zurdo, su primer tango. Luego nacieron muchos más, entre ellos Un copetín y Tango argentino, inmortalizado este último por Carlos Gardel.
Consumía más de cinco atados de cigarrillos diarios. Lo internaron en el Hospital Ramos Mejía el 11 de julio de 1934 y el 14 regresaba a su casa de Bulnes 948, para morir en paz. Sobre su mesa se encontraron tangos inéditos que no alcanzó a titularlos.
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