viernes, 24 de junio de 2011

Hugo del Carril - Hoja de vida

          Nació un 30 de noviembre de 1912, en la calle San Pedrito 256, del barrio de Flores. Su verdadero nombre era Piero Bruno Hugo Fontana.
          Hijos de padres separados, fue entregado en crianza al matrimonio Fauré, emigrantes franceses que trataron a Piero mejor que a un hijo propio.
          Debido a las dificultades idiomáticas de su nuevo hogar, el pequeño habló francés a la perfección adoptando el idioma como primera lengua.
          Ya jovencito las dotes de cantor afloraron en "Pierrot", que era permanentemente buscado para dar serenatas. A veces lo hacía a dúo con otro gran cantor del barrio, Floreal Ruíz. Juntos hacían las delicias de muchachas cortejadas por el enamorado de turno.
          Con los hermanos Leguizamón formó un trío cantando con gran suceso por los locales de la zona, cosa que lo llevó hasta radio Bernotti y probarse como cantor solista. Tenía 17 años y el seudónimo que usó fue el de Oro Cáceres. Tras la prueba, don Ricardo le vio más dotes de locutor que de cantor, por lo que le ofreció ambos puestos, es decir, pasaba avisos y cantaba.
          Cuando la radio pasó a llamarse Del Pueblo, Cáceres se convirtió en el estribillista de las orquestas de la emisora, entre ellas la de Juan Marini, Carmelo Taverna y Eduardo Requena, utilizando distintos seudónimos, según cada ocasión.
          Su siguiente paso fue formar un cuarteto con Martín y Mario Podestá, más el aporte de Emilio Castaing. Con la retirada de Mario pasan a llamarse Trío París, hasta que en 1933 se desvincula el otro Martín, para probar suerte como solista, por lo que Cáceres se asocia a Roberto Acuña para formar un dúo. Fue aqui cuando toma el seudónimo que lo identificó por siempre: Hugo del Carril.
          En 1935, ya como solista, Hugo vuelve a la radio y conoce a Edgardo Donato con quien graba los estribillos de nueve temas. Este trabajo le valió ser contratado por radio Nacional como solista y el 16 de septiembre de 1936 graba el vals Me besó y se fue y el tango Yo soy aquel muchacho.
          Su primera aparición cinematográfica es a fines de ese año, cuando Manuel Romero lo convoca para cantar en la película "Los muchachos de antes no usaban gomina", el tango Tiempos viejos. Esa fue la primera relación entre Romero y Del Carril. En 1937 protagoniza "La vuelta de Rocha", dando comienzo a una extensa trayectoria en el cine.
          Hablar de Hugo del Carril era hablar del sucesor, si lo tuvo, de Gardel. Buen actor, buen cantor, buena presencia. Quizá la única asignatura pendiente fue la autoral, compuso sin suceso los tangos Como la mariposa, Viejo camarada, la milonga Felicita y la marcha Un solo corazón, dedicada a su partidismo peronista.
          El vocalista fue cautivando al público de todas las latitudes, sus películas eran proyectadas en toda América y su figura requerida en forma permanente. Sin embargo el actor-cantor fue dejando paso al excelente director cinematográfico. Su pico máximo fue cuando en 1952 dirige "Las aguas bajan turbias", una película de inmenso valor donde quedó demostrado el tremendo talento del director.
          Hugo fue un fiel militante peronista. Su grabación de la famosa marcha es excepcional, pero tras la Revolución Libertadora y la caída de Perón en 1955, fue detenido y confinado a la cárcel. En libertad fue proscripto por sus ideas por lo que tiene que radicarse en México donde trabaja con el éxito que siempre lo acompañó.
          La revancha del antiperonismo continuó y aún así Hugo persistió en sus filmaciones perdiendo dinero. A esta altura Hugo cantaba nada más que para recaudar fondos y sostener nuevas películas intentando proyectarse en un cine nacional cada vez más debilitado.
          Los años que le sucedieron fueron tan malos como buenos. Una satisfacción tan tardía como merecida fue cuando en 1986 es nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.
         Su salud comenzó a quebrantarse. Dicen que jamás superó la muerte de su queridísima esposa, doña Violeta y un domingo 13 de agosto de 1989, volaba tras ella para unirse en un solo abrazo. Lo velaron ante una multitud que desfiló, me incluyo,  ante su féretro en el Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires. Con el señor Hugo del Carril partía a la inmortalidad un verdadero hombre y la persona que sin conocerla, más admiré en mi vida.

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